La vista intenta imaginar lo que los ojos no pueden mirar, el tacto quiere palpar lo que las manos no alcanzan a tocar, el oído pretende escuchar lo que el tímpano aturdido no logra descifrar, los sentidos se manifiestan cada uno en su lugar, pretenden gritar lo que la boca reprimida no se atreve a hablar, la creatividad no da crédito a otro poema inédito, la memoria custodiada por la historia no se atreve a actuar; el organismo se ha manifestado, exige justicia al cerebro anestesiado; cada sentido vital anuncia que aún hay vida, tratando de encontrar una salida; mi cuerpo entra en conflicto cual si fuera un drogadicto, y es que lo soy, pues me convertí en adicto a lo que tenía y ya no tengo, a lo que perdí y por ello me lamento; sin embargo hasta ahora lo entiendo; que la felicidad no depende de lo que me falta ni de lo que obtengo; sino que es el motivo por el cual me mantengo en esta guerra cotidiana, entre mis sueños y esta mente tan villana, que me eleva hasta el cielo en mi imaginación, y en cuanto entra la razón, me deja caer al suelo sin compasión; ya no necesito una explicación, pues todo se debe a mi afanosa búsqueda por encontrar la felicidad en un mundo exterior, cuando mi planeta es mucho mejor y todo lo que busco se encuentra aquí, en mi interior.
viernes, septiembre 19, 2008
miércoles, septiembre 10, 2008
ABUELO A LOS CUARENTA
Hoy el espejo dejó de ser mi aliado, me muestra un reflejo de mi rostro demacrado, al verlo me quedé perplejo, pues de ayer a hoy me hice más viejo; aún conservo la inocencia de cuando salí de primaria, ya superé las injusticias que sufrí por ser el más pequeño en secundaria, recuerdo a mi madre llorando frente al director de la preparatoria, que sin tocarse el corazón frustró mi brillante trayectoria; después el tiempo se encargaría de sanar cada herida; hoy pasa toda mi vida por delante, y me doy cuenta que no es tan mía como yo creía, pues descuidé lo que más quería por vivir en una fantasía; me he equivocado millones de veces, he dejado una y mil cosas para después, pero ahora quiero recuperar lo que olvidé y olvidarme de lo que soñé para dejar de pensar un poco en mí y voltear a verte a ti, mi querida hija, porque soy el reflejo de tus actos, de tus triunfos y fracasos; porque te conozco desde siempre, porque vivo dentro de ti y tú eres parte de mí; porque ahora que vas a ser madre sabrás a qué me refiero, entenderás cuánto te quiero, sabrás lo que es un amor sincero; te felicito por tu valor, porque sé que lo hiciste por amor, pues ves este estudio de laboratorio tan “positivo” como satisfactorio; te veo un poco nerviosa pero risueña y aunque pronto serás madre, para mí seguirás siendo pequeña; me siento orgulloso de verte tan contenta, pero hay algo que me desconcierta, ser abuelo a los cuarenta.
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